Post by Sebasthian on Nov 8, 2016 14:17:30 GMT -6
PRÓLOGO
Desde la era mitológica, la batalla entre la Diosa Athena y el Señor del Inframundo se había librado cada doscientos años, hasta aquella ocurrida en el siglo XX que terminó con la derrota definitiva de Hades, al vencerlo en los Campos Elíseos junto a los dioses gemelos Thanatos e Hypnos.
Y así, una vez terminada la guerra y la paz fue restablecida en el mundo, el Santuario inició un proceso de reconstrucción desde sus cimientos. Sin embargo, sin guerras que atender y sin ser necesitada para hacer frente a más guerras santas, el alma divina de Athena ascendió al plano de los dioses convirtiéndose en una entidad celeste, con lo cual el cuerpo terreno de Saori Kido desapareció de este plano luego de dejar a cargo de las diversas funciones a sus leales defensores en la batalla contra Hades.
De esta forma, el tiempo transcurrió pacíficamente y el nuevo Santuario quedó finalmente erigido sobre las ruinas del anterior rodeando toda la montaña zodiacal en un proceso que tardó más de veinte años. Nuevos Santos fueron entrenados, y las Cloths se encargaron de buscar y elegir a aquellos que tenían las cualidades y potenciales para convertirse en sus portadores, como parte del comando de Athena para acelerar el proceso de reclutamiento.
Y así, desde la cima de la montaña zodiacal, en un treceavo aposento previo a la nueva estatua de la diosa Athena se encuentra el Patriarca elegido directamente por la diosa para encargarse de todo el proceso de reconstrucción, y desde su trono ha impartido las directrices necesarias para su ejecución en incluso realizando algunas de las labores por sí mismo, un joven adolescente inexperto al momento de su nombramiento, pero junto al apoyo de sus compañeros incondicionales maduró obteniendo la experiencia necesaria para cumplir satisfactoriamente con su cargo convirtiéndose en una figura respetada y apreciada por todos los nuevos aspirantes a Santos y aquellos que obtenían sus armaduras.
Sin embargo, este tiempo de paz no se extendió por un gran período tiempo… Y desde los albores del nuevo milenio, rumores de una armada invencible y totalmente salvaje comenzaron a recorrer diversos rincones del mundo, hasta llegar a oídos del Patriarca, quien sin dudarlo un solo instante envió diversos de los recién nombrados caballeros a investigar en los sitios en los cuales provenían los rumores.
Por algunos años recorrieron el mundo reuniendo toda la información posible sobre aquella amenaza misteriosa, obteniendo muy pocas pistas respecto a los responsables, pues se trataba de un grupo misterioso que no dejaba más que destrucción y muerte a su paso lo que impedía vislumbrar a cualquier posible responsable y las escasas pistas que obtenían de vez en cuando generalmente llegaban a callejones sin salida oscureciendo aún más el panorama.
Una cosa era cierta, a medida que transcurría el tiempo, aquellos episodios de destrucción eran cada vez más frecuentes y sangrientos llegando al punto en el cual las relaciones diplomáticas entre diversos países del mundo llegaron a álgidos puntos de tensión llevando la humanidad al borde de una nueva guerra de carácter mundial donde cada dirigente culpaba de las masacres a sus países vecinos y solo faltaba un pequeño hecho que detonara el inicio de el más grande conflicto humano de la historia.
Para el Santuario se acercaba cada vez más una guerra inminente contra aquella fuerza misteriosa, cruel y despiadada, para prevenir así el inicio de aquel conflicto bélico que podría terminar con la erradicación de la humanidad decidiendo movilizarse más activamente para encontrar a los responsables y ponerle un alto definitivo a la situación. Pues es cuando el mal se propaga por el mundo que los guerreros de la esperanza, los Santos de Athena, están destinados a aparecer. Vistiendo las armaduras con los nombres de las ochenta y ocho constelaciones, listos para combatir arriesgando sus propias vidas, y haciendo uso del poder de la cosmoenergía, aquella fuerza cósmica que compone toda la materia desde las piedras hasta las estrellas que brillan en el cielo, el universo interno que posee cada ser vivo en menor o mayor grado y que recorre cada célula de su cuerpo desarrollado con años de riguroso entrenamiento para ser capaces de crear poderosas y concentradas explosiones de átomos permitiéndoles desgarrar el cielo con sus puños y abrir la tierra bajo sus pies.