Post by sanlectoratento on Aug 1, 2017 19:33:13 GMT -6
Aquella noche era particularmente fría. El viento soplaba ligeramente, pero cargaba pequeñas dosis de escarcha que helaban la piel al contacto. Para los extranjeros, pudiera parecer la ante sala del infierno. Para aquellos que solían vivir y caminar por los pasillos del palacio de Siberia, aquel clima era común y cotidiano.
Justo en el nivel inferior de la gran escalinata que llevaba a la entrada del gran complejo, se encontraban dos guardias montando vigilancia. Los dos llevaban encima armaduras ligeras, con tocados de piel de oso, y largas lanzas que probablemente utilizaran de arma si había alguna emergencia.
Guardia 1: ¿Vas'ir a la fiesta de la Kimberly?
Guardia 2: No creo. El patrón Midgardo me pidió que le cuidara el jacal hasta la madrugada...
Guardia 1: Pus' sí, pero yo no me la pierdo por nada. Dicen las lenguas que hasta la Betsy va'ir...
Guardia 2: Mira, la neta si quiero ir, pero tengo que chambiar duro. Mi mujer me regañó por no llevar la paga completa la última quincena. Y el patrón es riata'stricto para pagar.
Justo en algún lugar cercano, se escuchó un ligero murmullo. Algo que apenas era audible, pero podía entenderse con facilidad.
???: Paciencia...
Ambos guardias se vieron a los ojos como esperando algún comentario por parte del otro, pero ninguno profirió sonido o palabra.
Guardia 1: Pus' tú te lo perderás, mijo...
Guardia 2: No me voy a quedar solo de todas formas. La Pachis v'andar aquí.
Nuevamente se pudo escuchar la misteriosa voz proveniente de algún lugar.
???: Prudencia...
Los dos guardias se pusieron a punto, y en esta ocasión prefirieron quedarse callados unos segundos.
Guardia 1: ¿Escuchastes algo? ¿O fue mi imaginancia?
???: Verbal contingencia...
Guardia 2: ¡Te juro por mis agüelos que yo también estoy oyendo algo!
Los dos hombres se acercaron uno al otro y subieron unos cuentos escalones. Esperaron un poco más y luego empuñaron las lanzas al aire.
Guardia 1: ¿Ónde estás? ¡Muéstrate!
???: Dominio de ciencia...
Guardia 2: ¡No manches!... oigo una voz... ¡Muéstrate, maldito!
Después de casi un minuto de silencio absoluto, el viento comenzó a soplar con más fuerza. Ambos guardias subieron más escalones. Quizá cargaban la esperanza de encontrar refuerzos en los niveles superiores.
???: Presencia o ausencia...
Guardia 1: ¿Qué rayos? ¿De ónde viene esa voz?
Guardia 2: No manches, no sé... ¿Estamos borrachos o algo? ¿Fumaste esa madre que nos dieron hace rato?
Guardia 1: ¡Nel! Pero de todas formas, si yo hubiera fumado, tu no estarías drogado. Osea que no estarías escuchando voces como yo.
Guardia 2: ¡Es verdad! Tienes mucha razonancia, yo no fumé esa cosa y estoy escuchando voces.
???: Según conveniencia...
En ese mismo instante. Una ventisca levantó una nube espesa de escarcha que empañaba la visión de los guardias. Pasados un par de segundos, y aclarándose los ojos, los hombres fueron testigos de una forma humana que se posó enfrente de ellos. Se trataba de un hombre que llevaba una túnica de color blanca con pieles de oso polar, y una capucha gris que apenas dejaba ver su boca. Permaneció quieto un instante y luego dio dos pasos en dirección de los guardias.
Guardia 1: ¡Alto ahí, mi chavo! Si caminas más...
Apenas se escuchó un estruendo inmediato, algo que aquellos hombres no habían experimentado jamás. El hombre de blanco desapareció de su posición original, y de pronto ya se encontraba a un par de metros detrás de los guardias. Uno de ellos volteó, mientras que el otro se llevó las manos al cuello.
Guardia 2: ¿Qué pedo? ¿Estás bien?
???: Aún no puede responderte. Ha sufrido un ataque directo a su cerebro... No te preocupes en entender, no importa si te explicara, nunca serás capaz de comprender.
Guardia 2: ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué le hiciste a Nicanor?
???: Mi nombre es San Lector Atento... Soy el guardián absoluto y Gran Maestro del Clan de los Cultos.
Guardia 2: ¿El qué de quién?
San Lector Atento: No importa, eres demasiado idiota para entender. Soy un hombre misterioso. Vengo a buscar a tu Señor Midgardo. Debo entregar en sus manos un objeto capaz de cambiar la forma de entender el universo y el cosmos.
Guardia 2: Idiota, tú. Que no sabes en ónde se fuiste a meter. Yo tengo una lanza, y tú no tienes arma. Además, habemos muchos guardias aquí. Y tú no tienes refuerzos. Pienso que estás por morir.
El hombre que fue atacado al inicio del combate, se arrodilló y comenzó a toser. Luego se llevó las manos al estómago y trato, violentamente, de ponerse en pie.
San Lector Atento: ¡Estás bien troll, animal! En primer lugar, no existe la palabra "habemos". ¿Cómo conjugas esa abominación? ¿Yo habo, tú habes, y él habe? No seas tan obtuso... No tiene caso que apuntes esa lanza. No sabes cómo usarla.
Guardia 2: ¡Nicanor!... ¿Estás bien, cabrón?
Guardia 1: ...agua pasa por mi casa...
Guardia 2: ¿Qué dices? No te entiendo...
Guardia 1: ...cate de mi corazón...
San Lector Atento: No tiene caso, está perdido. Su nivel de ignorancia es impresionante. Apenas toqué ligeramente su cabeza, con la intención de volverlo más inteligente, pero no lo logré... O quizá no apunté bien, no lo sé. El punto es que ya está demasiado dañado como para seguir en este mundo.
Acto seguido, San Lector Atento levantó un brazo y apuntó con su puño cerrado al hombre tambaleante. Una energía enorme se dejó sentir a los alrededores, y el viento dejó de soplar unos instantes. Un aura de color blanco rodeó a aquel Santo y su voz se escuchó con estruendo y una gran claridad...
San Lector Atento: ¡Despídete del mundo material para siempre!... ¡GRAN DICCIONARIO DE LA CIENCIA!
Apenas visible, un libro de gran tamaño apareció de la nada y viajó a la velocidad del sonido a la cabeza del guardia afectado. Lo golpeó con tal fuerza, que aboyó su cabeza hundiéndole el cráneo y perforando su masa encefálica. El guardia que quedaba vivo, comenzó a sentir un frío descomunal que recorría su espalda.
Guardia 2: ¡Estás cabrón!... ¿Qué carajo hicistes? ¡Nicanor!... ¿Estás bien?
San Lector Atento: Le falta un pedazo de cabeza, tiene el cerebro de fuera y no presenta movimiento alguno... Yo diría que está muerto...
Guardia 2: ¿Qué también eres doctor?... No manches...
San Lector Atento: ¡Llévame con tu Señor y te perdonaré la vida!... Enfréntate a mí y en un minuto te encontrarás con Nicolás en el otro mundo.
Guardia 2: ¡Es Nicanor, zoperútano! Pero está bien... Tu ganas. Te llevaré ante mi Patrón Midgardo ahora mismo...
Ambos hombres subieron todos los peldaños de la escalinata y abrieron la gran puerta de metal que tenía grabado una pareja de halcones devorando un nopal encima de dos grandes serpientes... Enfrente de la fogata, y con mucha calma, se encontraba aquel que estaban buscando...
Justo en el nivel inferior de la gran escalinata que llevaba a la entrada del gran complejo, se encontraban dos guardias montando vigilancia. Los dos llevaban encima armaduras ligeras, con tocados de piel de oso, y largas lanzas que probablemente utilizaran de arma si había alguna emergencia.
Guardia 1: ¿Vas'ir a la fiesta de la Kimberly?
Guardia 2: No creo. El patrón Midgardo me pidió que le cuidara el jacal hasta la madrugada...
Guardia 1: Pus' sí, pero yo no me la pierdo por nada. Dicen las lenguas que hasta la Betsy va'ir...
Guardia 2: Mira, la neta si quiero ir, pero tengo que chambiar duro. Mi mujer me regañó por no llevar la paga completa la última quincena. Y el patrón es riata'stricto para pagar.
Justo en algún lugar cercano, se escuchó un ligero murmullo. Algo que apenas era audible, pero podía entenderse con facilidad.
???: Paciencia...
Ambos guardias se vieron a los ojos como esperando algún comentario por parte del otro, pero ninguno profirió sonido o palabra.
Guardia 1: Pus' tú te lo perderás, mijo...
Guardia 2: No me voy a quedar solo de todas formas. La Pachis v'andar aquí.
Nuevamente se pudo escuchar la misteriosa voz proveniente de algún lugar.
???: Prudencia...
Los dos guardias se pusieron a punto, y en esta ocasión prefirieron quedarse callados unos segundos.
Guardia 1: ¿Escuchastes algo? ¿O fue mi imaginancia?
???: Verbal contingencia...
Guardia 2: ¡Te juro por mis agüelos que yo también estoy oyendo algo!
Los dos hombres se acercaron uno al otro y subieron unos cuentos escalones. Esperaron un poco más y luego empuñaron las lanzas al aire.
Guardia 1: ¿Ónde estás? ¡Muéstrate!
???: Dominio de ciencia...
Guardia 2: ¡No manches!... oigo una voz... ¡Muéstrate, maldito!
Después de casi un minuto de silencio absoluto, el viento comenzó a soplar con más fuerza. Ambos guardias subieron más escalones. Quizá cargaban la esperanza de encontrar refuerzos en los niveles superiores.
???: Presencia o ausencia...
Guardia 1: ¿Qué rayos? ¿De ónde viene esa voz?
Guardia 2: No manches, no sé... ¿Estamos borrachos o algo? ¿Fumaste esa madre que nos dieron hace rato?
Guardia 1: ¡Nel! Pero de todas formas, si yo hubiera fumado, tu no estarías drogado. Osea que no estarías escuchando voces como yo.
Guardia 2: ¡Es verdad! Tienes mucha razonancia, yo no fumé esa cosa y estoy escuchando voces.
???: Según conveniencia...
En ese mismo instante. Una ventisca levantó una nube espesa de escarcha que empañaba la visión de los guardias. Pasados un par de segundos, y aclarándose los ojos, los hombres fueron testigos de una forma humana que se posó enfrente de ellos. Se trataba de un hombre que llevaba una túnica de color blanca con pieles de oso polar, y una capucha gris que apenas dejaba ver su boca. Permaneció quieto un instante y luego dio dos pasos en dirección de los guardias.
Guardia 1: ¡Alto ahí, mi chavo! Si caminas más...
Apenas se escuchó un estruendo inmediato, algo que aquellos hombres no habían experimentado jamás. El hombre de blanco desapareció de su posición original, y de pronto ya se encontraba a un par de metros detrás de los guardias. Uno de ellos volteó, mientras que el otro se llevó las manos al cuello.
Guardia 2: ¿Qué pedo? ¿Estás bien?
???: Aún no puede responderte. Ha sufrido un ataque directo a su cerebro... No te preocupes en entender, no importa si te explicara, nunca serás capaz de comprender.
Guardia 2: ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué le hiciste a Nicanor?
???: Mi nombre es San Lector Atento... Soy el guardián absoluto y Gran Maestro del Clan de los Cultos.
Guardia 2: ¿El qué de quién?
San Lector Atento: No importa, eres demasiado idiota para entender. Soy un hombre misterioso. Vengo a buscar a tu Señor Midgardo. Debo entregar en sus manos un objeto capaz de cambiar la forma de entender el universo y el cosmos.
Guardia 2: Idiota, tú. Que no sabes en ónde se fuiste a meter. Yo tengo una lanza, y tú no tienes arma. Además, habemos muchos guardias aquí. Y tú no tienes refuerzos. Pienso que estás por morir.
El hombre que fue atacado al inicio del combate, se arrodilló y comenzó a toser. Luego se llevó las manos al estómago y trato, violentamente, de ponerse en pie.
San Lector Atento: ¡Estás bien troll, animal! En primer lugar, no existe la palabra "habemos". ¿Cómo conjugas esa abominación? ¿Yo habo, tú habes, y él habe? No seas tan obtuso... No tiene caso que apuntes esa lanza. No sabes cómo usarla.
Guardia 2: ¡Nicanor!... ¿Estás bien, cabrón?
Guardia 1: ...agua pasa por mi casa...
Guardia 2: ¿Qué dices? No te entiendo...
Guardia 1: ...cate de mi corazón...
San Lector Atento: No tiene caso, está perdido. Su nivel de ignorancia es impresionante. Apenas toqué ligeramente su cabeza, con la intención de volverlo más inteligente, pero no lo logré... O quizá no apunté bien, no lo sé. El punto es que ya está demasiado dañado como para seguir en este mundo.
Acto seguido, San Lector Atento levantó un brazo y apuntó con su puño cerrado al hombre tambaleante. Una energía enorme se dejó sentir a los alrededores, y el viento dejó de soplar unos instantes. Un aura de color blanco rodeó a aquel Santo y su voz se escuchó con estruendo y una gran claridad...
San Lector Atento: ¡Despídete del mundo material para siempre!... ¡GRAN DICCIONARIO DE LA CIENCIA!
Apenas visible, un libro de gran tamaño apareció de la nada y viajó a la velocidad del sonido a la cabeza del guardia afectado. Lo golpeó con tal fuerza, que aboyó su cabeza hundiéndole el cráneo y perforando su masa encefálica. El guardia que quedaba vivo, comenzó a sentir un frío descomunal que recorría su espalda.
Guardia 2: ¡Estás cabrón!... ¿Qué carajo hicistes? ¡Nicanor!... ¿Estás bien?
San Lector Atento: Le falta un pedazo de cabeza, tiene el cerebro de fuera y no presenta movimiento alguno... Yo diría que está muerto...
Guardia 2: ¿Qué también eres doctor?... No manches...
San Lector Atento: ¡Llévame con tu Señor y te perdonaré la vida!... Enfréntate a mí y en un minuto te encontrarás con Nicolás en el otro mundo.
Guardia 2: ¡Es Nicanor, zoperútano! Pero está bien... Tu ganas. Te llevaré ante mi Patrón Midgardo ahora mismo...
Ambos hombres subieron todos los peldaños de la escalinata y abrieron la gran puerta de metal que tenía grabado una pareja de halcones devorando un nopal encima de dos grandes serpientes... Enfrente de la fogata, y con mucha calma, se encontraba aquel que estaban buscando...