Post by Kenji on Mar 10, 2017 2:41:54 GMT -6
Saludos a todos, aquí les traigo un fan fic de mi autoría, espero sea de su agrado
Saint Seiya - Soldados de Athena: Caos Egipcio
Capítulo 1
Reencarnación
Saint Seiya - Soldados de Athena: Caos Egipcio
Capítulo 1
Reencarnación
Corre el siglo XXII, un día soleado en la capital griega de Atenas. En un hospital se encuentra un hombre de unos 35 años de edad, de barba y bigote, su cabello castaño y altura media y un cuerpo delgado. Aquel hombre permanece de pie junto a una gran ventana mirando hacia la ciudad, con un cigarrro en su diestra y notoriamente inquieto. A unos pasos de él, otro hombre de bigote, un par de años mayor y con una actitud relajada se dirije a su compañero de habitación, sentado en uno de los cómodos sillones de la sala de espera del nosocomio.
Eudor - Relájate un poco Adrian, todo saldrá bien este es un buen hospital. -
Adrian - Lo sé, ésta clínica tiene muy buena reputación. -
Continúa fumando y dejando caer las cenizas en un cenicero de una pequeña mesa de centro cercana a él. En ese momento dejó de llevar el cigarro a su boca, recordando con detenimiento algunos momentos en su memoria.
Adrian - No puedo dejar de pensar en aquel sujeto... - Dijo con voz y semblante serio.
Eudor - ¿Otra vez con eso hermano? ya te lo he dicho, ese tipo era un loco cualquiera. - Respondió su hermano tratando de tranquilizarle.
El nervioso hombre no cambió para nada, y aquellos momentos que recuerda comienzan a pasar nuevamente por su mente como si volvieran a suceder. Se mira caminando por una calle aledaña a su casa, sujetando una bolsa deshechable de plástico que contiene algunos víveres, la comunidad donde vive es tranquila y ese día no fué diferente, la calle por donde caminaba estaba solitaria, corría el medio día y el sol estaba en su punto más alto. A punto de llegar a la esquina donde al dar vuelta llegaría a su hogar, la humanidad de un desconocido se coloca frente a él de un solo paso saliendo de entre unos árboles ubicados sobre la misma banqueta. Claramente recuerda las características de aquel desconocido: alto, totalmente cubierto por una pieza de tela de color arena que cubría todo su ser y su rostro cubierto por un amplio capuchón del cual apenas caían varios mechones de cabello rubio. Adrian se detuvo con algo de desconfianza pero rápidamente reanudó su andar, sin embargo, la voz de aquel hombre le hizo detenerse nuevamente.
Desconocido - Tu esposa dará a luz a una niña sana... -
Adrian comenzó a sentirse intrigado y a la vez confundido, aquella persona parecía hablarle como si le conociera y además sabía que su esposa estaba encinta, una información que sólo las personas más allegadas sabían.
Desconocido - Por favor, asegúrate de que tu esposa tenga un parto natural. -
Aquella petición ocasionó más desconcierto en Adrian y ahora mira fijamente al extraño tratando de encontrar sus ojos por debajo de la capucha, sin embargo, aquel extraño repentinamente le da la espalda y de un solo salto se coloca sobre un poste cercano. Adrian no podía creer lo que había visto, aquel hombre llegó tan alto sin esfuerzo alguno. Inconcientemente dió unos pasos al frente colocándose cerca del poste donde el extraño se postraba y de su boca las palabras salieron tartamudeantes.
Adrian - ¿Quién es usted?... ¿Me conoce? ¿Conoce a mi esposa? -
Unos segundos pasaron y el viento soplaba generando el ruido que hace al pasar entre las hojas de los árboles, solo ese peculiar sonido se podía escuchar en la escena con aquel sorprendido y confundido hombre y la túnica ondeando desde la humanidad del extraño. En ese momento Adrian logró ver algo de ese desconocido, aunque apenas, un destello amarillezco salió de entre la tela reflejando el sol lo cual cegó por unos segundos al hombre en la banqueta.
Desconocido - No te preocupes, cuando sea el momento, nos haremos cargo de tu hija... -
Los orbes oculares de Adrian se hicieron más grandes, la sorpresiva frase del extraño tuvo impacto en la mente del griego quien intentó dirijirse una vez más al individuo pero al recuperar la vista hacia lo alto del poste su sorpresa se incrementó al notar que ya no había nadie. Quedó así en silencio, sin dejar de mirar aquella cima del obelisco de concreto, con lo que poco a poco su mente comenzó a regresar al presente, donde su hermano parecía intentar hacerle reaccionar.
Eudor - ¿Adrian? te estoy hablando hombre... -
Adrian - ...¿ah? -
Eudor - ¿En serio sigues creyendo en lo que dijo ese loco? -
Adrian volvió a dejar cenizas en el cenicero y continuó fumando, pero ahora dirijió su mirada a su relajado hermano.
Adrian - ¿Cómo supo que mi mujer estaba embarazada? -
Eudor - Seguramente la vió con esa inmensa barriga... -
Adrian - Y... ¿Porqué dijo con seguridad que sería una niña? nosotros no quisimos saberlo hasta este día... -
Eudor - Te estás poniendo paranóico otra vez... -
Adrian - Y ¿porqué carajos dijo que se haría cargo... no... dijo que se harían cargo de mi hija...? -
Eudor - Está loco ... ya te lo dije... -
El nervioso hombre se acerca a su hermano y tomándole de ambos hombros le vuelve a indagar.
Adrian - Dime... ¿Desde cuando los locos dan saltos de 5 metros? -
Eudor - Hermano... comienzo a pensar que en realidad el loco eres tu... -
Ambos sonríen aunque Adrian no sale de su preocupación. Vuelve a posarse frente a la ventana luego de apagar su cigarro en el cenicero y, exhalando el tóxico humo, deja al aire una última pregunta.
Adrian - ¿Serán reales y sería uno de ellos el sujeto aquel? -
Su hermano entonces mostró un gesto de enfado y se levantó dirijiéndose hacia Adrian a quien toma de su hombro derecho intentando hacer que éste le escuche.
Eudor - Ahí vas de nuevo... Adrian despierta!!!... los caballeros no existen, tu esposa y tu hija sí... ¿puedes concentrarte más en el ahora y en la realidad? -
Adrian - Desde hace mucho se cuentan histórias e incluso hay gente que dice que los ha visto... -
Eudor - Por favor Adrian deja eso!!!! -
Adrian no supo que decir por lo que solo asintió con la cabeza, de repente sintieron que el suelo vibró levemente, lo que los hizo preguntarse si se trataba de algún sismo, sin embargo su preocupación al respecto se desvaneció rápidamente puesto que aquella vibración sólo duró un par de segundos.
Mientras tanto, a varios metros de la sala, en la recepción de la misma, una aterradora escena se había formado, varias personas, entre visitantes y personal del hospital, yacían en el suelo cada uno sobre un charco pronunciado de sangre. El lugar entero estaba hecho un caos con las paredes rajadas, el suelo con grietas y hundimientos, puertas destruídas y sillas y mesas destrozadas. De pie, solo dos figuras con túnicas negras, de donde se puede obsevar un aura siniestra en tonos negros y violetas. Los encapuchados comienzan a dirijirse hacia un largo corredor, el cual termina al llegar a la sala de espera donde los 2 hermanos dialogaban.
En ese momento, una enfermera interrumpe la charla de los hermanos dirijiéndose al nuevo padre.
Enfermera - Disculpen... ¿el señor Adrian Stephanidis? -
Adrian - Soy yo ... señorita... -
Enfermera - Felicitaciones señor, es usted padre de una hermosa niña. -
Las palabras impactaron a ambos hombres, pero fué a Adrian a quién dejó perplejo y con un gran incremento en su preocupación e incredulidad. Diferente a Eudor, quien sólo se limitó a ignorar aquella coincidencia y felicitar a su hermano. Adrian aún no termina de entrar en alegría por la noticia cuando abruptamente la puerta del corredor vuela en cientos de pedazos golpeando a los presentes y, junto con una ola de choque la cual provocó el suceso, dejan la habitación desordenada, con escombros y con las ventanas rotas. La enfermera ha quedado inconciente y con heridas leves, mientras que los dos hombres se levantan aturdidos y con algunos raspones. Adoloridos, el asombro se adueña de ambos tras ver a las dos siniestras figuras entrar a la habitación. Ninguno de ellos puede decir palabra alguna, el aturdimiento y la incredulidad parece no dejarles reaccionar.
Extraño 1 - La niña está ahí dentro ¿verdad? -
Extraño 2 - Sí... terminemos con esto... -
Ambos continúan su camino hacia la sala de parto, sus pisadas son pesadas y su sonido metálico inyecta más confusión en los aturdidos hombres. Adrian no puede dejar de recordar a aquel sujeto que se presentó ante él meses atrás y rápidamente relaciona aquellos hechos con el que ahora está viviendo, así, da unos pasos acercándose a las figuras de manera desafiante.
Adrian - Deténganse!!! ... ¿Qué es lo que buscan? ¿Quiénes son ustedes?!!! -
Uno de los extraños se detiene mientras que el otro continúa ignorando a aquel hombre. Adrian da un paso atrás mientras que el misterioso sujeto le voltea a ver bajo la oscura túnica de donde solo sombras puede alcanzar a observar.
Extraño 1 - Debiste evitar que esa niña naciera... así habrías vivido más... -
Aquel misterioso ser levanta su diestra con el dedo índice apuntando hacia Adrian, la mano de aquel ser está cubierta de un resplandeciente y tenebroso metal de tonos violetas y oscuros. El miedo se apodera del hombre cuando el extraño se dirijió a él al mismo tiempo que de la punta de su dedo un brillo violeta comienza a crecer.
Extraño 1 - No temas humano... pronto toda tu familia estará reunida... en el inframundo... -
La extraña energía de aquel ser está a punto de liberarse pero es interrumpido por un estruendo proviniente del interior de la sala de parto. El sujeto voltea y se dirije a la puerta cuando esta es destruída y es impulsado con violencia hacia atrás junto con la humanidad de su compañero. Ambos quedan tendidos a medio corredor pero rápidamente se reincorporan observando que sus túnicas despiden partículas destellantes en tonos cobrizos. Los siniestros seres voltean hacia el lugar de donde fueron expulsados y es de ese lugar donde se aparece una figura resplandeciente en los mismos tonos cobrizos. Adrian y Eudor quedan anonadados al ver a aquel ser, puesto que se trata de un hombre joven, de unos 16 o 17 años, vistiendo una armadura de color bronce, los pasos de éste también son metálicos y el casco no deja ver con claridad el rostro del muchacho. Así, aquel joven, voltea a ver a los incrédulos presentes y con voz amistosa les habla.
Joven - No se preocupen señores... Los Caballeros de Athena están aquí... -
Adrian y Eudor se voltearon a ver, no podían creer lo que veían sus ojos y escuchaban sus oídos, al parecer, los caballeros en verdad son reales y uno de ellos está frente a ellos. El joven mientras tanto, con una sonrisa maliciosa, se dirije hacia los oscuros seres dando algunos pasos.
Joven - De pie escorias!!! muestren su asquerosa identidad!!! -
Ambos seres entonces se reincorporaron y de un solo movimiento se quitan sus túnicas dejando a la vista su verdadera apariencia. Ambos vistiendo armaduras oscuras en tonos violetas pero de características siniestras. Aquellos seres, con un gesto de maldad en sus rostros y una sonrisa de oreja a oreja, mostraron confianza ante el joven caballero.
Extraño 1 - Mira eso Yvan... un juguete para divertirnos... -
Extraño 2 - No perdamos tiempo con él Milz, tenemos una misión... -
Joven - Yvan de Troll y Milz de Elfo... ¿Porqué Hades envía a la basura a hacer el trabajo serio? -
Milz de Elfo - Ha!!! ¿Crees que tú solo podrás detenernos niño? -
Joven - En realidad... son ustedes mismos los que desde un inicio ya tienen perdida cualquier pelea... -
Yvan de Troll - Qué arrogancia caballero!! -
Joven - No me malinterpreten... es simple verdad lo que les digo... ¿no se dan cuenta? -
Ambos espectros se muestran ahora serios y confundidos, no obstante, ambos permanecen de pie, Yvan con las manos en su cintura y Milz cruzado de brazos. Ciertamente se trata de 2 espectros al servicio del Dios Hades, Rey del Inframundo, pero aquel caballero no se inmuta ante los peligrosos oponentes a los que les está haciendo frente.
Joven - Se los explico... Milz de elfo, la estrella terrestre de la in-fe-rio-ri-dad... e Yvan de Troll, la estrella celeste de... je je... la derrota... ¿así o se los explico con manzanitas?
Los espectros estallan en furia ante tal ofensa y sus oscuros cosmos no se hacen esperar en aparecer. El joven por su parte, voltea nuevamente con los hombres que aún permanecen atónitos ante tal escena y con la misma amistosa voz les intenta tranquilizar.
Joven - Tranquilos señores, Damen de Delfín los protejerá ... -
El caballero muestra su puño con el pulgar arriba a los presentes para intentar darles confianza. Seguido de esto, voltea nuevamente hacia los espectros mostrándoles su aura cósmica de color cobrizo. Al mismo tiempo, no muy lejos, se escuchan varios estruendos, uno tras otro, el lugar entero vibra y resplandores, como si se tratasen de explosiones, entran por los huecos donde antes habían ventanas. Los 2 hermanos se asoman y la escena es aún más impresionante, por todos lados se pueden ver decenas de seres vestidos con armaduras oscuras luchando con decenas de jovenes vestidos con armaduras de tonos en bronce y plata. Aquel hospital, junto con sus inmediaciones, se ha convertido en un campo de batalla, donde el punto central es esa habitación, donde los dos incrédulos no caben en asombro sin poder pronunciar palabra alguna.
Damen de Delfín - Señores!!!
Ambos voltean reaccionando al llamado del caballero, quien permanece atento a los movimientos que pudieran hacer sus enemigos y con su cosmoenergía en expansión. Nuevamente, casi dándoles la espalda, se dirije a los 2 hermanos.
Damen de Delfín - La niña está a salvo, pero deben ir por ella e irse lejos... los caballeros nos encargaremos de los espectros.
Tras unos segundos de verse con confusión, los hermanos emprenden rápidamente la carrera hacia la sala de partos. Los espectros reaccionan siendo Milz de Elfo quien se abalanza contra los 2 hombres. Sin embargo, el caballero se encuentra en su camino para impedirle su avance.
Milz de Elfo - No llegarán con vida a esa habitación!!! -
Damen de Delfín - No tan rápido Elfo!!! -
El peculiar sonido cristalino que genera la cosmoenergía resuena por el lugar haciendo incluso que la voz del caballero se escuche con eco y fuertemente.
Damen de Delfín - Llamado de la Nereida !!! -
Un descomunal destello sale disparado del cuerpo del atheniense e impacta en el vientre del espectro de la estrella terrestre. Milz no alcanza a reaccionar y es lanzado aún más lejos hasta salir del edificio atravesando una gruesa pared. Yvan presencia la escena con asombro hasta que pierde de vista a su compañero para luego volver la mirada hacia el caballero.
Yvan de Troll - Estúpido Milz... pero qué puedo esperar de una estrella terrestre... -
Damen de Delfín - No lo discrimines Troll... ya que tendrás el mismo destino que él... -
Yvan de Troll - No te confíes caballero... yo soy una estrella celeste, mi poder no se compara el de Milz. -
Damen de Delfín - Me da igual... para mí todos ustedes son simplemente carnada... -
El atheniense no pudo continuar con su frase al detectar una poderosa presencia en los adentros de aquella sala de parto donde los 2 hombres se han adentrado segundos atrás. Ahí, en aquella habitación, llegan los dos hermanos corriendo y súbitamente deteniendo su paso ante la escena: todo el personal médico junto a la esposa de Adrian muertos en el suelo. Todas las antes estériles losetas se cubren de la sangre mezclada de las víctimas presentes y, en un rincón, junto a una cuna térmica, una figura imponente e impresionante, un hombre vistiendo una armadura oscura más vistosa con un par de alas y una delgada cola con punta de flecha en su espalda y, en su diestra, la recién nacida.
Adrian - Mi esposa!!! ... mi hija!!! entrégame a mi hija!!! -
Aquel ser voltea su mirada ante los recién llegados con su rostro sombrío y su gesto diabólico, su cabeza lleva por casco una pieza con 2 cuernos pronunciados parecidos a los de un demonio y 2 cuernos más que recorren sus mejillas. Aquel hombre es tétrico y el solo verlo produce un temor indescriptible en los 2 hermanos, pero el recién convertido en padre no retrocede e incluso da un paso más sin medir las consecuencias que esto le podría traer.
Extraño - Humano... sé testigo de ésta victoria... la victoria definitiva del Rey del Inframundo... -
Aquel ser no aparta la mirada de la niña, pronunciando en voz baja unas palabras, las cuales espera que lleguen en forma de rezos hasta su deidad.
Extraño - Mi señor... yo, Radamanthys de Wyvern, te entregaré el cadáver de Athena. -
Aquel ser levanta su mano izquierda cubierta del oscuro y puntiagudo metal amenazando con asestar un letal movimiento en contra de la infante. Adrian sabía lo que pasaba, debido a los relatos y rumores que desde el último siglo se han contado, comprendió que aquella niña no solo es su hija, sino que se trata de la mismísima Diosa Athena en su nueva reencarnación en la Tierra.
Fin del capítulo 1.
Eudor - Relájate un poco Adrian, todo saldrá bien este es un buen hospital. -
Adrian - Lo sé, ésta clínica tiene muy buena reputación. -
Continúa fumando y dejando caer las cenizas en un cenicero de una pequeña mesa de centro cercana a él. En ese momento dejó de llevar el cigarro a su boca, recordando con detenimiento algunos momentos en su memoria.
Adrian - No puedo dejar de pensar en aquel sujeto... - Dijo con voz y semblante serio.
Eudor - ¿Otra vez con eso hermano? ya te lo he dicho, ese tipo era un loco cualquiera. - Respondió su hermano tratando de tranquilizarle.
El nervioso hombre no cambió para nada, y aquellos momentos que recuerda comienzan a pasar nuevamente por su mente como si volvieran a suceder. Se mira caminando por una calle aledaña a su casa, sujetando una bolsa deshechable de plástico que contiene algunos víveres, la comunidad donde vive es tranquila y ese día no fué diferente, la calle por donde caminaba estaba solitaria, corría el medio día y el sol estaba en su punto más alto. A punto de llegar a la esquina donde al dar vuelta llegaría a su hogar, la humanidad de un desconocido se coloca frente a él de un solo paso saliendo de entre unos árboles ubicados sobre la misma banqueta. Claramente recuerda las características de aquel desconocido: alto, totalmente cubierto por una pieza de tela de color arena que cubría todo su ser y su rostro cubierto por un amplio capuchón del cual apenas caían varios mechones de cabello rubio. Adrian se detuvo con algo de desconfianza pero rápidamente reanudó su andar, sin embargo, la voz de aquel hombre le hizo detenerse nuevamente.
Desconocido - Tu esposa dará a luz a una niña sana... -
Adrian comenzó a sentirse intrigado y a la vez confundido, aquella persona parecía hablarle como si le conociera y además sabía que su esposa estaba encinta, una información que sólo las personas más allegadas sabían.
Desconocido - Por favor, asegúrate de que tu esposa tenga un parto natural. -
Aquella petición ocasionó más desconcierto en Adrian y ahora mira fijamente al extraño tratando de encontrar sus ojos por debajo de la capucha, sin embargo, aquel extraño repentinamente le da la espalda y de un solo salto se coloca sobre un poste cercano. Adrian no podía creer lo que había visto, aquel hombre llegó tan alto sin esfuerzo alguno. Inconcientemente dió unos pasos al frente colocándose cerca del poste donde el extraño se postraba y de su boca las palabras salieron tartamudeantes.
Adrian - ¿Quién es usted?... ¿Me conoce? ¿Conoce a mi esposa? -
Unos segundos pasaron y el viento soplaba generando el ruido que hace al pasar entre las hojas de los árboles, solo ese peculiar sonido se podía escuchar en la escena con aquel sorprendido y confundido hombre y la túnica ondeando desde la humanidad del extraño. En ese momento Adrian logró ver algo de ese desconocido, aunque apenas, un destello amarillezco salió de entre la tela reflejando el sol lo cual cegó por unos segundos al hombre en la banqueta.
Desconocido - No te preocupes, cuando sea el momento, nos haremos cargo de tu hija... -
Los orbes oculares de Adrian se hicieron más grandes, la sorpresiva frase del extraño tuvo impacto en la mente del griego quien intentó dirijirse una vez más al individuo pero al recuperar la vista hacia lo alto del poste su sorpresa se incrementó al notar que ya no había nadie. Quedó así en silencio, sin dejar de mirar aquella cima del obelisco de concreto, con lo que poco a poco su mente comenzó a regresar al presente, donde su hermano parecía intentar hacerle reaccionar.
Eudor - ¿Adrian? te estoy hablando hombre... -
Adrian - ...¿ah? -
Eudor - ¿En serio sigues creyendo en lo que dijo ese loco? -
Adrian volvió a dejar cenizas en el cenicero y continuó fumando, pero ahora dirijió su mirada a su relajado hermano.
Adrian - ¿Cómo supo que mi mujer estaba embarazada? -
Eudor - Seguramente la vió con esa inmensa barriga... -
Adrian - Y... ¿Porqué dijo con seguridad que sería una niña? nosotros no quisimos saberlo hasta este día... -
Eudor - Te estás poniendo paranóico otra vez... -
Adrian - Y ¿porqué carajos dijo que se haría cargo... no... dijo que se harían cargo de mi hija...? -
Eudor - Está loco ... ya te lo dije... -
El nervioso hombre se acerca a su hermano y tomándole de ambos hombros le vuelve a indagar.
Adrian - Dime... ¿Desde cuando los locos dan saltos de 5 metros? -
Eudor - Hermano... comienzo a pensar que en realidad el loco eres tu... -
Ambos sonríen aunque Adrian no sale de su preocupación. Vuelve a posarse frente a la ventana luego de apagar su cigarro en el cenicero y, exhalando el tóxico humo, deja al aire una última pregunta.
Adrian - ¿Serán reales y sería uno de ellos el sujeto aquel? -
Su hermano entonces mostró un gesto de enfado y se levantó dirijiéndose hacia Adrian a quien toma de su hombro derecho intentando hacer que éste le escuche.
Eudor - Ahí vas de nuevo... Adrian despierta!!!... los caballeros no existen, tu esposa y tu hija sí... ¿puedes concentrarte más en el ahora y en la realidad? -
Adrian - Desde hace mucho se cuentan histórias e incluso hay gente que dice que los ha visto... -
Eudor - Por favor Adrian deja eso!!!! -
Adrian no supo que decir por lo que solo asintió con la cabeza, de repente sintieron que el suelo vibró levemente, lo que los hizo preguntarse si se trataba de algún sismo, sin embargo su preocupación al respecto se desvaneció rápidamente puesto que aquella vibración sólo duró un par de segundos.
Mientras tanto, a varios metros de la sala, en la recepción de la misma, una aterradora escena se había formado, varias personas, entre visitantes y personal del hospital, yacían en el suelo cada uno sobre un charco pronunciado de sangre. El lugar entero estaba hecho un caos con las paredes rajadas, el suelo con grietas y hundimientos, puertas destruídas y sillas y mesas destrozadas. De pie, solo dos figuras con túnicas negras, de donde se puede obsevar un aura siniestra en tonos negros y violetas. Los encapuchados comienzan a dirijirse hacia un largo corredor, el cual termina al llegar a la sala de espera donde los 2 hermanos dialogaban.
En ese momento, una enfermera interrumpe la charla de los hermanos dirijiéndose al nuevo padre.
Enfermera - Disculpen... ¿el señor Adrian Stephanidis? -
Adrian - Soy yo ... señorita... -
Enfermera - Felicitaciones señor, es usted padre de una hermosa niña. -
Las palabras impactaron a ambos hombres, pero fué a Adrian a quién dejó perplejo y con un gran incremento en su preocupación e incredulidad. Diferente a Eudor, quien sólo se limitó a ignorar aquella coincidencia y felicitar a su hermano. Adrian aún no termina de entrar en alegría por la noticia cuando abruptamente la puerta del corredor vuela en cientos de pedazos golpeando a los presentes y, junto con una ola de choque la cual provocó el suceso, dejan la habitación desordenada, con escombros y con las ventanas rotas. La enfermera ha quedado inconciente y con heridas leves, mientras que los dos hombres se levantan aturdidos y con algunos raspones. Adoloridos, el asombro se adueña de ambos tras ver a las dos siniestras figuras entrar a la habitación. Ninguno de ellos puede decir palabra alguna, el aturdimiento y la incredulidad parece no dejarles reaccionar.
Extraño 1 - La niña está ahí dentro ¿verdad? -
Extraño 2 - Sí... terminemos con esto... -
Ambos continúan su camino hacia la sala de parto, sus pisadas son pesadas y su sonido metálico inyecta más confusión en los aturdidos hombres. Adrian no puede dejar de recordar a aquel sujeto que se presentó ante él meses atrás y rápidamente relaciona aquellos hechos con el que ahora está viviendo, así, da unos pasos acercándose a las figuras de manera desafiante.
Adrian - Deténganse!!! ... ¿Qué es lo que buscan? ¿Quiénes son ustedes?!!! -
Uno de los extraños se detiene mientras que el otro continúa ignorando a aquel hombre. Adrian da un paso atrás mientras que el misterioso sujeto le voltea a ver bajo la oscura túnica de donde solo sombras puede alcanzar a observar.
Extraño 1 - Debiste evitar que esa niña naciera... así habrías vivido más... -
Aquel misterioso ser levanta su diestra con el dedo índice apuntando hacia Adrian, la mano de aquel ser está cubierta de un resplandeciente y tenebroso metal de tonos violetas y oscuros. El miedo se apodera del hombre cuando el extraño se dirijió a él al mismo tiempo que de la punta de su dedo un brillo violeta comienza a crecer.
Extraño 1 - No temas humano... pronto toda tu familia estará reunida... en el inframundo... -
La extraña energía de aquel ser está a punto de liberarse pero es interrumpido por un estruendo proviniente del interior de la sala de parto. El sujeto voltea y se dirije a la puerta cuando esta es destruída y es impulsado con violencia hacia atrás junto con la humanidad de su compañero. Ambos quedan tendidos a medio corredor pero rápidamente se reincorporan observando que sus túnicas despiden partículas destellantes en tonos cobrizos. Los siniestros seres voltean hacia el lugar de donde fueron expulsados y es de ese lugar donde se aparece una figura resplandeciente en los mismos tonos cobrizos. Adrian y Eudor quedan anonadados al ver a aquel ser, puesto que se trata de un hombre joven, de unos 16 o 17 años, vistiendo una armadura de color bronce, los pasos de éste también son metálicos y el casco no deja ver con claridad el rostro del muchacho. Así, aquel joven, voltea a ver a los incrédulos presentes y con voz amistosa les habla.
Joven - No se preocupen señores... Los Caballeros de Athena están aquí... -
Adrian y Eudor se voltearon a ver, no podían creer lo que veían sus ojos y escuchaban sus oídos, al parecer, los caballeros en verdad son reales y uno de ellos está frente a ellos. El joven mientras tanto, con una sonrisa maliciosa, se dirije hacia los oscuros seres dando algunos pasos.
Joven - De pie escorias!!! muestren su asquerosa identidad!!! -
Ambos seres entonces se reincorporaron y de un solo movimiento se quitan sus túnicas dejando a la vista su verdadera apariencia. Ambos vistiendo armaduras oscuras en tonos violetas pero de características siniestras. Aquellos seres, con un gesto de maldad en sus rostros y una sonrisa de oreja a oreja, mostraron confianza ante el joven caballero.
Extraño 1 - Mira eso Yvan... un juguete para divertirnos... -
Extraño 2 - No perdamos tiempo con él Milz, tenemos una misión... -
Joven - Yvan de Troll y Milz de Elfo... ¿Porqué Hades envía a la basura a hacer el trabajo serio? -
Milz de Elfo - Ha!!! ¿Crees que tú solo podrás detenernos niño? -
Joven - En realidad... son ustedes mismos los que desde un inicio ya tienen perdida cualquier pelea... -
Yvan de Troll - Qué arrogancia caballero!! -
Joven - No me malinterpreten... es simple verdad lo que les digo... ¿no se dan cuenta? -
Ambos espectros se muestran ahora serios y confundidos, no obstante, ambos permanecen de pie, Yvan con las manos en su cintura y Milz cruzado de brazos. Ciertamente se trata de 2 espectros al servicio del Dios Hades, Rey del Inframundo, pero aquel caballero no se inmuta ante los peligrosos oponentes a los que les está haciendo frente.
Joven - Se los explico... Milz de elfo, la estrella terrestre de la in-fe-rio-ri-dad... e Yvan de Troll, la estrella celeste de... je je... la derrota... ¿así o se los explico con manzanitas?
Los espectros estallan en furia ante tal ofensa y sus oscuros cosmos no se hacen esperar en aparecer. El joven por su parte, voltea nuevamente con los hombres que aún permanecen atónitos ante tal escena y con la misma amistosa voz les intenta tranquilizar.
Joven - Tranquilos señores, Damen de Delfín los protejerá ... -
El caballero muestra su puño con el pulgar arriba a los presentes para intentar darles confianza. Seguido de esto, voltea nuevamente hacia los espectros mostrándoles su aura cósmica de color cobrizo. Al mismo tiempo, no muy lejos, se escuchan varios estruendos, uno tras otro, el lugar entero vibra y resplandores, como si se tratasen de explosiones, entran por los huecos donde antes habían ventanas. Los 2 hermanos se asoman y la escena es aún más impresionante, por todos lados se pueden ver decenas de seres vestidos con armaduras oscuras luchando con decenas de jovenes vestidos con armaduras de tonos en bronce y plata. Aquel hospital, junto con sus inmediaciones, se ha convertido en un campo de batalla, donde el punto central es esa habitación, donde los dos incrédulos no caben en asombro sin poder pronunciar palabra alguna.
Damen de Delfín - Señores!!!
Ambos voltean reaccionando al llamado del caballero, quien permanece atento a los movimientos que pudieran hacer sus enemigos y con su cosmoenergía en expansión. Nuevamente, casi dándoles la espalda, se dirije a los 2 hermanos.
Damen de Delfín - La niña está a salvo, pero deben ir por ella e irse lejos... los caballeros nos encargaremos de los espectros.
Tras unos segundos de verse con confusión, los hermanos emprenden rápidamente la carrera hacia la sala de partos. Los espectros reaccionan siendo Milz de Elfo quien se abalanza contra los 2 hombres. Sin embargo, el caballero se encuentra en su camino para impedirle su avance.
Milz de Elfo - No llegarán con vida a esa habitación!!! -
Damen de Delfín - No tan rápido Elfo!!! -
El peculiar sonido cristalino que genera la cosmoenergía resuena por el lugar haciendo incluso que la voz del caballero se escuche con eco y fuertemente.
Damen de Delfín - Llamado de la Nereida !!! -
Un descomunal destello sale disparado del cuerpo del atheniense e impacta en el vientre del espectro de la estrella terrestre. Milz no alcanza a reaccionar y es lanzado aún más lejos hasta salir del edificio atravesando una gruesa pared. Yvan presencia la escena con asombro hasta que pierde de vista a su compañero para luego volver la mirada hacia el caballero.
Yvan de Troll - Estúpido Milz... pero qué puedo esperar de una estrella terrestre... -
Damen de Delfín - No lo discrimines Troll... ya que tendrás el mismo destino que él... -
Yvan de Troll - No te confíes caballero... yo soy una estrella celeste, mi poder no se compara el de Milz. -
Damen de Delfín - Me da igual... para mí todos ustedes son simplemente carnada... -
El atheniense no pudo continuar con su frase al detectar una poderosa presencia en los adentros de aquella sala de parto donde los 2 hombres se han adentrado segundos atrás. Ahí, en aquella habitación, llegan los dos hermanos corriendo y súbitamente deteniendo su paso ante la escena: todo el personal médico junto a la esposa de Adrian muertos en el suelo. Todas las antes estériles losetas se cubren de la sangre mezclada de las víctimas presentes y, en un rincón, junto a una cuna térmica, una figura imponente e impresionante, un hombre vistiendo una armadura oscura más vistosa con un par de alas y una delgada cola con punta de flecha en su espalda y, en su diestra, la recién nacida.
Adrian - Mi esposa!!! ... mi hija!!! entrégame a mi hija!!! -
Aquel ser voltea su mirada ante los recién llegados con su rostro sombrío y su gesto diabólico, su cabeza lleva por casco una pieza con 2 cuernos pronunciados parecidos a los de un demonio y 2 cuernos más que recorren sus mejillas. Aquel hombre es tétrico y el solo verlo produce un temor indescriptible en los 2 hermanos, pero el recién convertido en padre no retrocede e incluso da un paso más sin medir las consecuencias que esto le podría traer.
Extraño - Humano... sé testigo de ésta victoria... la victoria definitiva del Rey del Inframundo... -
Aquel ser no aparta la mirada de la niña, pronunciando en voz baja unas palabras, las cuales espera que lleguen en forma de rezos hasta su deidad.
Extraño - Mi señor... yo, Radamanthys de Wyvern, te entregaré el cadáver de Athena. -
Aquel ser levanta su mano izquierda cubierta del oscuro y puntiagudo metal amenazando con asestar un letal movimiento en contra de la infante. Adrian sabía lo que pasaba, debido a los relatos y rumores que desde el último siglo se han contado, comprendió que aquella niña no solo es su hija, sino que se trata de la mismísima Diosa Athena en su nueva reencarnación en la Tierra.
Fin del capítulo 1.